Estado
10 de Diciembre del 2021 a las 8:1- PM
Los políticos, fábrica de ideas. Por: Rocío Sáenz

He utilizado el término “fábrica de ideas” para estar en la onda del fiscal de la zona norte.

Y aprovechando la creatividad del personaje les comparto las siguientes líneas sobre la función política y el pensamiento creativo que supone acompaña a quienes se desempeñan en la politiqué.

Los mexicanos somos identificados en el mundo por ser grandes inventores, versa el dicho “arréglalo con una mexicanada”, lo que significa una compostura improvisada con elementos que no corresponden y como decía mi abuela “por mientras pa’ siempre”.

Y es que no podemos negar que cuando queremos arreglar algo lo hacemos, así pues en conceptos pedagógicos el pensamiento creativo, consiste en el desarrollo de nuevas ideas y conceptos.

Y según las Academias y Ciencias Políticas esa es la función más trascendental de un político. No, no es suficiente tirar rollo y decirse del pueblo y para el pueblo. El político debe encargarse de investigar las problemáticas que verdaderamente afectan a la población y plantear ideas e idear respuestas que permitan resolverlas de modo eficiente.

Por lo tanto, el pensamiento creativo que nos caracteriza como mexicanos debe abrirse paso y entonces la clase política es la encarga de desarrollar la habilidad de formar nuevas combinaciones de ideas para responder a una necesidad. El resultado que esperamos los gobernados es la originalidad en el trabajo de cada uno de ellos.

Pero volvamos a la realidad y visionando lo que debería ser, reconozcamos que la creatividad aún no es una cualidad generalizada de los grillos mexicanos y que incluso en algunos lugares del país muy lejanos y recónditos las personas creadoras de nuevas ideas son muy aplaudidos pero pocas veces valoradas.

Y como consecuencia tenemos la frase más célebre y más mencionada en cada proceso electoral “todos son iguales”. ¿Porqué?, sencillamente la población no percibe nuevas formas de hacerlas cosas y llegando ocupar el lugar hare lo mismo que el pasado.

He clasificado respetuosamente (como buena maestra) a algunos de los perfiles que lejos de desarrollar habilidades creativas en las funciones públicas limitan el desarrollo profesional de quienes nos representan, pues ante la cuadratura o incapacidad de ver nuevos horizontes estos políticos se mantienen al margen de sus creencias, condiciones personales o ideas anticuadas.

          1.       El filósofo.  Si vio usted algún capítulo de Los pitufos recuerde lo que hacía el filósofo o él orador. Es el político de libro, el que sabe muchas palabras rimbombantes las dice y se siente creativo, aunque no genere ninguna idea en concreto que resuelva una necesidad específica. Le agrada la investigación y sugiere prácticas basadas en la historia.

          2.       El guerrillero. Es el que dice que todo está mal que hay que cambiarlo, pero no dice cómo. Regularmente dice que cuando llegue resolverá el problema y lo conoce bastante bien, pero parece habituarse a señalar y no a proponer, por eso cuando llega al poder trae otros datos.

          3.       El empresario. Es el político que dice saber mucho de administración pública por qué conoce sus negocios, pero cuando llega a una posición hace lo mismo que un político de carrera y se le olvida administrar eficientemente los recursos. Dice no tener necesidad, pero luego los vemos aferrándose a las posiciones cuál si tuvieran harta hambre.

          4.       El empujado. Es el político que llegó por qué lo pusieron, lo invitaron o lo empujaron. Son las personas que habían estado haciendo todo menos política y que continúan haciendo todo menos política.

          5.       El talachero. Es el político disciplinado que sigue un proyecto o partido de convicción, se esfuerza por cumplir, pero en un camino marcado y alineado no lugar para mucha inventiva.

Estar en algunos de estos supuestos no hace en automático a un político falto de ideas.   Es el hecho de permanecer y encriptarse en ese contexto y no darse la oportunidad de cómo dice Bloom poner en práctica el proceso creativo que vaya fortaleciendo la habilidad cognitiva de formular nuevas ideas.

Recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y CREAR son los pasos qué hay que seguir para que independientemente del estilo, la formación académica y las palabras que cada político utilice el resultado de su trabajo sean ideas convertidas en resoluciones a las problemáticas más urgentes.