Estamos viviendo momentos durísimos como sociedad en lo que se refiere a violencia y asesinatos, cuyos indicadores son ridículamente superiores a los de los gobiernos que le antecedieron al actual presidente de México Andrés Manuel López Obrador.

Pero el problema de estos actos es que ya pasaron ser una situación que generan en las calles los principales cárteles de México, a una problemática que también es fraguada desde el corazón de Palacio Nacional.

Y es que hablar de violencia no solo es hablar de armas, golpes, desapariciones forzadas, extorsiones, robos y secuestros, no… también es hablar de cómo nuestro presidente arremete duramente en contra de periodistas, casas editoras y todas las personas que no concuerden con su ideología política.

Talvez AMLO espera que a todo México se le hinchen las manos de aplaudirle sus raquíticos resultados como gobernante, mostrándose como el paladín de la sociedad mexicana ante sus más críticas necesidades.

Lo malo del caso para López Obrador es que los principales proyectos que definió como íconos de su gobierno no tienen resultados positivos. Vemos cómo el Aeropuerto de Santa Lucía tendrá la irrisoria cantidad de 8 vuelos al día en sus inicios, que comparado con otros aeropuertos de México se queda en pañales en número de arribos y salidas diarios. ¿Para eso se le invirtió tanto dinero?

Por otro lado el rescate de PEMEX y las refinerías viejas que solo alientan a la utilización de recursos fósiles que generan grandes cantidades de contaminación, ese también es un tema que le ha explotado al presidente en las manos pero que por orgullo propio ha decidido que es prioritario aunque haya grandes pérdidas económicas y medioambientales para los mexicanos.

No se diga del llamado “Tren Maya”, que ha resultado un fracaso y sobre todo un proyecto que ha generado más escozor que “buen ojo” de los mexicanos. Mucho menos se los olvide la corrupción, que fue su bandera política para llegar a la Presidencia. Lo aberrante del caso es que hoy que Andrés Manuel se encuentra en Palacio Nacional ha sido el foco de actos de corrupción junto a sus más allegados y familia.

Y así podemos enlistar una serie de proyectos y objetivos del presidente que realmente se han quedado en “buenas” intenciones, pero retomemos de una de las situaciones más complicadas, los actos violentos.

Como citábamos anteriormente, ese tipo de acontecimientos diarios son permisivos en las calles por parte del gobierno, y generados por el propio primer mandatario desde el púlpito de “La Mañanera”.

El gremio periodístico, por ejemplo, es uno de los blancos del presidente todos los días; lo peor de todo es que lo es en un momento crítico para ese sector, pues ya van seis periodistas asesinados en el país, lo que hace quedar a México como la segunda nación más peligrosa para ejercer el periodismo, solo debajo de Afganistán, un país en que las actividades militares son de alta concentración.

Debería darle vergüenza al gobierno federal por sobreponer sus proyectos asistencialistas en vez de destinar mayores recursos para la prevención, las dignificación de cuerpos policiacos, el fortalecimiento de la Educación como vía para la formación de buenos ciudadanos, entre muchos temas más.

Por el contrario, cada día el gobierno destina más recursos a las fuerzas armadas, como si pensara echar mano de estas en algún momento de su gobierno para afianzar su poder, y por otro lado desarticula instituciones y reduce o elimina presupuestos que se deberían fortalecerse para mejorar la calidad de vida de los mexicanos.

Chihuahua no es la excepción, la violencia en el estado está más que determinada, Ciudad Juárez es uno de los lugares más violentos del país, y nada se ha hecho para apaciguar a las bandas delincuenciales que se disputan este territorio norteño.

Ya para terminar, no podemos cerrar esta edición sin señalar la vergonzosa postura ilógica de AMLO pues mientras en México fusilan en las calles a 17 personas, en total impunidad y a la luz del día, el primer mandatario pide paz en Ucrania. Bueno de ese tamaño es nuestro problema en casa.